lunes, 17 de enero de 2011

It had to be you

Resulta que en mi barrio, había una minita (I) que salía con un chabón (V). Al tipo se lo llevaron por cuestiones que no vienen al caso y la hembra quedó sola.
Entonces... la mujerzuela, completamente apenada se enamora de otro pibe (un tal "R") (ella se justificó diciendo que: "...me dijeron que V había muerto...!", (claro... un clavo saca otro clavo! Además, no era cuestión de estar buscándolo o corroborar dicha información!)
La cosa es que de repente...el muerto desaparecido aparece vivito y coleando.
A la pobre turra no le queda otra que volver con el original (no sin antes darle un puntapié al otro y/o segundo)
La historia no termina ahí porque luego de un tiempo... la doncella a hurtadillas de su marido se pone a chapar con "R" (descaradamente)
O sea, lo gorrea (otra vez?)al pobre "V" (flor de perra esa "I"!)
Supuestamente la mocosa estaba re-contra enamorada de "R" y daba su vida por esa relación pero por esas cosas que tiene la vida: la pendeja le pega un patadón en el culo al pobre "R" y se sube a un avión con su marido (V) (obviamente: inmersa en un mar de lágrimas)
Dicen que luego...la feliz pareja se compró una Casa y la pintó de Blanco y que tuvieron un hijo al que le pusieron Sam, pero no me consta.
Lo que sí sé es que "R" se puso un puesto de churros y manzanitas acarameladas en el parque, se salvó de la cirrosis (porque le daba mucho al escabio) pero que una madrugada de Octubre mientras calentaba unas tostadas: se le reventó una úlcera y ahí quedó tendido, tan duro como Humphrey Bogart.





Springkite

viernes, 14 de enero de 2011

Replay

Amanece y... me levanto a tomar algo para la resaca.
Antes, doy un vistazo a mi alrededor:
pateo un par de tacos de 5 cm (no era tan alta),
o unas botas (ocultan defectos de pantorrilla).
Recuerdo sus pies calientes y sus juanetes.
Hay también, sobre la mesa de luz: unas medias color piel (dan la sensación de que la ninfa ha estado en el Caribe).
Me pareció haber visto un buen culo pero en realidad... se levantaba permanentemente el pantalón elastizado.
Casi que contrato su cintura de avispa pero veo la faja sobre la cama.
Push up y el impacto duro contra la realidad.
La remerita ajustadita disimulaba unos bíceps derretidos.
Su piel (sin crema) es un disco de amoladora.
No había pelo lacio o enrulado o claro u oscuro o brillante o corto o largo o etc...
No había ojos profundos o pómulos marcados o pestañas largas o labios delicados o mentón refinado o nariz moderada: había maquillaje.
Ya no quedan rastros de ese buen perfume, tampoco de esos dientes brillantes, ni de sensualidad. Ya no quedan restos de cortejo, ni de pudor.
Seguramente esa remerita se la prestó una amiga.
Seguramente, luego de parir, no será tan libidinosa.
Seguramente volverá todo a la anormalidad porque...
esta película ya la vi.




Springkite

domingo, 9 de enero de 2011

Galaxy

Hay un mundo terriblemente maravilloso (creo que) en cada uno.
Por ejemplo, puede que haya:
Engranajes, piezas que encajan exactamente unas con otras. Pero no rígidas sino en una maquinaria completamente desarticulada, blanda.
Una especie de caos ordenado.
No hay piso.
Asquerosidades a granel pero no repugnantes.
Ruido, mucho ruido pero armónico (cosa rara, pero es probable).
Luces que doblan, espirales, fuegos de artificio, banderitas y festivales coherentemente absurdos.
Rostros humeantes, rostros que se quebrajean, rostros mortecinos, rostros que se derriten.
Miedo, mucho miedo. Pero sin palpitaciones, un miedo que te hace creer que estás empapado de sudor pero que en realidad cuando te tocas la remera estás seco.
Paranoia, a punto tal de no saber qué es real y qué no.
Amor (no manoseado por el sexo)
No hay tiempo. Eso tiene obviamente una desventaja: si uno quiere que se acabe, es imposible que termine porque, sencillamente, no tiene principio.
La muerte también está presente, igual que los grillos y las vibraciones: todo vibra
igual que una montaña rusa.
No hay vómitos, no hay ira.
No hay materia fecal ni orina.
No hay hambre ni sed.
No hay cansancio ni sueño.
Es un mundo que, por más que lo intentes, no podes contenerlo.

Mr. Cloud.