martes, 15 de junio de 2010

La miel en mi ventana


Las "mielcitas" fueron quizás una de mis primeras adicciones cuando niño.
Extraño considerablemente esos sachecitos.
Era todo un arte la apertura de los mismos: si mordías mal, se chorreaba todo. Había que morder apenitas la punta para que saliera sólo un chorrito de miel. La idea era que sea un chorrito porque de esa manera duraba más.
Recuerdo que algunos "expertos mieleros" se dedicaban a: morder la punta de los sachecitos e introducirse en la boca toodoo el producto. Obviamente esto traía aparejado lo siguiente:
1. Se corría el riesgo de tragarse la bolsita de nylon
2. Se corría el riesgo de acostumbrarse (como si fuera coca) a masticar el nylon a pesar de no haber más miel que absor/ver.
Lo bueno que tenía este producto era que no se compartía, entonces las "aves carroñeras" que nunca llevaban nada para merendar: se quedaban con las ganas.
Una lástima haber perdido las mielcitas ¡Qué distinto que sería el mundo si ellas estuvieran acá, junto a nosotros! y...como siempre decía mi abuelo(no, no decía: todo tiempo pasado fue mejor) sino: "...de esta manera,nos dirigimos hacia un apocalipsis total y definitivo".

Munrain.

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