lunes, 20 de diciembre de 2010

Pinina

-Elijan una...

- ¡Yo quiero aquélla, tía Lidia! (G)

- ¡Yo, ésa! (F)

- ¡Yo quiero la roja! (D)

- ¡Yo esa negrita! ¿Por qué le faltan plumas en la cabeza? (Munrain)

- Porque las demás gallinas no la quieren. Ésa, se llama..."Pinina".


Así fue como (con tal sólo 5 ó 6 años), adquirí (sin poseer, porque quedaban bajo su custodia) una gallina del gallinero de mi tía abuela (la hermana de la abuela mecha).
Ella vivía en Alta Gracia.
Recuerdo 2 olores en su casa: a viejo y a coco. Cada vez que uno la visitaba ella sacaba una bolsa llena de caramelos de coco y te servía en vaso de vidrio, jugo de pomelo.
Era todo un tour recorrer sus habitaciones, cada una tenía algo en particular.
Su dormitorio, el cual compartía con "el tío Milo", tenía un televisor de esos con perilla.
En una especie de living, armaban un arbolote de navidad que llegaba hasta el techo! sí, hasta el techo! paquetes gigantes de regalos vacíos! pista de autos, un fuerte con soldados y sobre una de las paredes...un museo de River: Bandera gigante con las firmas de todos los jugadores, un mural con todos los campeonatos ganados, escudos, fotos, etc.
Sobre el pasillo principal (porque era una de esas casas chorizo) estaban las jaulas de los canarios. Pero, por suerte, los pajaritos no estaban solos: los acompañaban muñecos, autitos, soldados, etc.
Bajando por una rampita, estaban: el baño(completamente oscuro) y la cocina (con banderola al patio).
En el patio: plantas, plantas, plantas, enanos de jardín, cactus y al fondo...el gallinero.


Crecer es un trasplante de ojos.
Nunca más vimos a nuestras "mascotas virtuales" (eran, en realidad ingredientes esenciales para la subsistencia de la pareja), el televisor era a válvulas y le sacaban la tapa de atrás para que no sea tan cruel en invierno. El arbolote, los regalos, todos los juguetes, las muñecas y muñecos no eran de nadie: porque, aunque lo intentaron, no habían podido tener hijos.

El tío Milo se murió y heredé el museo "milo-nario" (de los nietos era el más ferviente fanático), lo conservé un tiempo en la pared de mi cuarto y la poca tolerancia a la frustración me obligó a regalarlo.
La tía Lidia se murió y "F" se quedó con su casa (le hizo firmar antes que "estirase la pata" y sin que supiéramos, la escritura a su nombre).




Munrain.

No hay comentarios:

Publicar un comentario