viernes, 14 de enero de 2011

Replay

Amanece y... me levanto a tomar algo para la resaca.
Antes, doy un vistazo a mi alrededor:
pateo un par de tacos de 5 cm (no era tan alta),
o unas botas (ocultan defectos de pantorrilla).
Recuerdo sus pies calientes y sus juanetes.
Hay también, sobre la mesa de luz: unas medias color piel (dan la sensación de que la ninfa ha estado en el Caribe).
Me pareció haber visto un buen culo pero en realidad... se levantaba permanentemente el pantalón elastizado.
Casi que contrato su cintura de avispa pero veo la faja sobre la cama.
Push up y el impacto duro contra la realidad.
La remerita ajustadita disimulaba unos bíceps derretidos.
Su piel (sin crema) es un disco de amoladora.
No había pelo lacio o enrulado o claro u oscuro o brillante o corto o largo o etc...
No había ojos profundos o pómulos marcados o pestañas largas o labios delicados o mentón refinado o nariz moderada: había maquillaje.
Ya no quedan rastros de ese buen perfume, tampoco de esos dientes brillantes, ni de sensualidad. Ya no quedan restos de cortejo, ni de pudor.
Seguramente esa remerita se la prestó una amiga.
Seguramente, luego de parir, no será tan libidinosa.
Seguramente volverá todo a la anormalidad porque...
esta película ya la vi.




Springkite

1 comentario:

  1. Creo que la peor parte en este tipo de situaciones, es cuando te despertás y al abrir los ojos no sabes donde carajo estás, quién es la mujer que está a tu lado, te abraza y te dice "¿esto que hicimos fue por amor, no?" "¿vos sentiste lo mismo que yo?"
    Aaaahh! espantado saltás por la ventana, sin importar el piso, huyendo precipitadamente.
    Abrazo desesperado!

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